Os propongo un juego: cambiar rutinas. Pero no de manera descontrolada. Todo lo contrario. En situaciones casi insignificantes para nosotr@s.
Es la manera de enseñar a nuestro cerebro que tenemos los pies en la tierra y evitar que éste nos manipule en todo momento. Haz una lista de algunos actos cotidianos que tengas identificados e idea cómo modificarlos.
Os comento un ejemplo con el que he trabajado: he cambiado de lugar el cepillo de dientes y aparco el coche al revés (siempre lo hacía marcha atrás y ahora lo hago de frente, aunque me supone una maniobra adicional)
Como sabéis, toda novedad se convierte en costumbre. Y por eso tenéis que ir acostumbrándoos a ir modificando pequeños matices de vez en cuando.
Espero que os resulte interesante.
Yield_
sábado, 15 de mayo de 2010
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